Finalmente respecto de la perversa obediencia al mundo tenemos en el capítulo 2 de la epístola a los efesios: “Y él (Cristo) os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” Palabras que hablan por sí mismas, pero quiero que notemos donde dice siguiendo la corriente de este mundo. El mundo tiene un ritmo propio que le ha dado el príncipe de la potestad del aire (el diablo) y que opera en los hijos de desobediencia. Las celebraciones de navidad son un claro ejemplo de esto, pues en lugar de hacer memoria del nacimiento de Jesús y de su misión salvadora, pero quienes permanecen en el mundo dedican el tiempo para el consumismo y los excesos, ya sea de comida o bebida. Por misericordia de Dios, roguemos para que nosotros no participemos de ninguna de esas conductas, sino al contrario seamos luz y podamos comunicar el mensaje del evangelio. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2).
Dios nos ha llamado para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo, es decir para creer y confiar en Cristo y ser alcanzados con su salvación librándonos del castigo eterno (1 Pedro 1:2). Respecto de los que no obedecen, sabemos que Cristo vendrá a “dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 tesalonicenses 1:8)
Tenemos en Jesucristo el ejemplo a seguir por que aun siendo Dios, supo obedecer por lo que la palabra dice: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió obediencia” (Hebreos 5:8) y “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
Cristo se hizo obediente hasta la muerte y aun siendo Dios no se aferró a ello. Nosotros que no somos sino criaturas, siervos inútiles que no somos capaces de aumentar un codo a nuestra estatura, no podemos sino aceptar ser obedientes a Dios, pues de lo contrario estaríamos obedeciendo a nuestro enemigo que desea nuestra destrucción. Dios nos fortalezca, gracias por su palabra y que el Espíritu Santo more en abundancia en nosotros.
Dios nos ha llamado para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo, es decir para creer y confiar en Cristo y ser alcanzados con su salvación librándonos del castigo eterno (1 Pedro 1:2). Respecto de los que no obedecen, sabemos que Cristo vendrá a “dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 tesalonicenses 1:8)
Tenemos en Jesucristo el ejemplo a seguir por que aun siendo Dios, supo obedecer por lo que la palabra dice: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió obediencia” (Hebreos 5:8) y “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
Cristo se hizo obediente hasta la muerte y aun siendo Dios no se aferró a ello. Nosotros que no somos sino criaturas, siervos inútiles que no somos capaces de aumentar un codo a nuestra estatura, no podemos sino aceptar ser obedientes a Dios, pues de lo contrario estaríamos obedeciendo a nuestro enemigo que desea nuestra destrucción. Dios nos fortalezca, gracias por su palabra y que el Espíritu Santo more en abundancia en nosotros.
Las preguntas las agregaré después. Espero sus correcciones a ictuscopil@gmail.com o a copil_2002@hotmail.com.
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